jueves, 16 de octubre de 2008

Magaly Medina: The bitch is in jail (ya era hora)

Cuando uno se ríe mucho de las miserias y errores de los demás, creyéndose infalible y todopoderoso, las carcajadas de convierten en llanto y las propias faltas le revientan a uno en la cara.


Actualización:

¿Qué dice la ley?


TITULO II - Delitos Contra el Honor


CAPITULO ÚNICO - INJURIA, CALUMNIA Y DIFAMACIÓN


Injuria
ARTÍCULO 130°.- El que ofende o ultraja a una persona con palabras, gestos o vías de hecho, será reprimido con prestación de servicio comunitario de diez a cuarenta jornadas o con sesenta a noventa días-multa.
Calumnia
ARTÍCULO 131°.- El que atribuye falsamente a otro un delito, será reprimido con noventa a ciento veinte días-multa.
Difamación
ARTÍCULO 132°.- El que, ante varias personas, reunidas o separadas, pero de manera que pueda difundirse la noticia, atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una conducta que pueda perjudicar su honor o reputación, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con treinta a ciento veinte días-multa.

Si la difamación se refiere al hecho previsto en el artículo 131º, la pena será privativa de libertad no menor de uno ni mayor de dos años y con noventa a ciento veinte días-multa.

Si el delito se comete por medio del libro, la prensa u otro medio de comunicación social, la pena será privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años y de ciento veinte a trescientos sesenticinco días-multa.

Es decir... incluso la juez ha sido benevolente en este caso.

Antes de chillar, es mejor informarse.

Esto es parte de un comentario que puse en Facebook con relación a la conversación que sobre el tema se armó en el perfil de una amiga:

"...la prensa (y ojo que yo soy parte de ella, así que no critico desde fuera) debe aprender a medirse y a ser decente. No todo vale con la excusa de la "libertad de prensa". Como dice el tío de Spider-Man: "con un gran poder, viene una gran responsabilidad". Las leyes en cada lugar son distintas y en prensa hay que aprender a ser responsable de los errores que se cometen sin echarle la culpa a otros. Cuando un periodista cae es siempre una cortina de humo, un abuso o un atentado contra la libertad de prensa. Hay derechos constucionales que no respetan algunos periodistas, como el libre tránsito, la libre reunión, la no discriminación, etc. Y eso debe penarse. Ya es hora de que Magaly y otros aprendan que el periodismo incluye la ética periodística".

Ahora los dejo con una columna que escribí en esta misma web hace unos meses:

viernes 4 de julio de 2008

Yo solo quería dormir y no podía. Tenía en mi mente la retorcida idea de escribir de una vez por todas acerca de esta mujer que, de tan pobre que es, solo tiene dinero.

Nada en ella es real: todo es actuado, operado, cosido o pintado. Como muchas. Pero, en su caso, la boca grande que la genética le dio solo sirve para decir: “Soy periodista” sin poder terminar una frase completa en recto castellano. Y no hablo de culto o castizo español, sino solo de rectitud.

Su cerebro es rápido para el escándalo pero lento para la autocrítica. Su corazón –atrofiado por un pasado al que le arranca los ojos con trapos, bisturís y puntos de rating- está tan descompuesto que no se da cuenta de que, al final, se volvió un producto de la misma realidad espantosa que ensaya criticar.

Cuando me entero de que Magaly intenta desacreditar a sus críticos preguntando: “¿A quién le ha ganado este?”, me pongo a pensar en quienes han sido derrotados por ella. Y pienso en todos los peruanos que la idolatran y se recrean con sus disfraces y rabietas. Pienso en todos aquellos quienes, noche tras noche, desde hace varios años o solo pocas lunas, donan una hora de solo 18 que pueden aprovechar en un día a una mujer que ha hecho de sus complejos, traumas y carencias una carrera.

¿Significa mi crítica que avalo a quienes ella denuesta? Seguro que ella querría usar ese razonamiento –falaz por supuesto- para deshonrarme. Pero, no le voy a dar ese gusto. Entierro en el mismo sarcófago putrefacto a quienes ella demuele. Quienes Magaly Medina utiliza para vivir son, junto a ella, miembros de la misma dinastía: la del escaso amor propio, la del “me vendo por ser rico y famoso”, la de la mediocridad doble –aquella que se escribe con doble M.

Magaly Medina no es el Congreso. Ella no fue elegida por gente que no sabe votar. Ella se creó a sí misma con retazos de aquellos a quienes atropella con sus frases en un castellano tan inventado como las maravillas de las que se jacta. No tengo nada que envidiarle. Sus logros serían mi vergüenza, su dinero suma menos que un ápice de mi dignidad, sus residencias alojan a mis fantasmas y su orgullo es el ANO de mi ser PERUANO.

Yo sé que esto no le va a servir a ella para recapacitar, ni es lo que quiero. Solo quiero arrancarme de adentro lo que no me dejaba dormir esta noche, cuando –de pura casualidad- tuve que quedarme mudo ante la pantalla rebosante de M que MM llenaba con ese color rojizo que produce el cólera de la cólera.

Me pido perdón a mí mismo por haber dedicado 10 minutos de mi tiempo a escribir sobre ella. Pero, por fin, puedo dormitar con calma y dar paso a otras pesadillas, de esas que, afortunadamente, aparecen solo cuando uno cierra los ojos.

Si algún sociólogo cree que me contradice al afirmar que Magaly Medina tiene un papel en la sociedad peruana, se equivoca. Estoy de acuerdo: su papel es el higiénico.

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