miércoles, 6 de abril de 2016

Las disculpas del Sodalicio

Sí, ayer me quebré cuando supe que el fundador, Luis Fernando Figari, había sido declarado culpable de los abusos físicos, psicológicos y sexuales que se le imputan y persona no grata por el Sodalitium Christianae Vitae (SCV). Y lloré más de una vez porque pensé que eso jamás pasaría. Estuve horas como zombi, como pisando nubes de algodón, como pepeado por los analgésicos naturales que desarrolló mi cuerpo para paliar el dolor de estos quince años de guerra cruenta contra los abusos y mentiras del Sodalicio.

Pero eso no significa que, después del impacto inicial de la sentencia sodálite, me iba a comer el cuento.

¿Qué pienso del videocomunicado de Alessandro Moroni? Pues que, así, solito, no sirve de nada. A los sobrevivientes no. De nada. Nada de nada. Ni un carajo, para que les quede claro.

¿Por qué?

Deshuesaré mi opinión en los mismos tres puntos que presentó el superior general en su videocomunicado de mea culpa.


1. Perdón. Por más que Moroni haya repetido esa palabra casi una decena de veces, el perdón no se pide leyendo un guion pegado a una chuleta al lado de una cámara e interactuando con un título pegado en postproducción al lado opuesto de la pantalla. El perdón se pide mirando a los ojos, asumiendo la culpa y la vergüenza cara a cara. Cualquier otra cosa es un fraude, pura cobardía, una rosquetada para llamarla como llamaba Figari a nuestras debilidades. Yo no perdono a Moroni ni a la cúpula del SCV. No, así no.


2. Separación. Luis Fernando Figari vive en Roma, en una comunidad del Sodalicio, en una propiedad privada de la institución que él fundó y que ayer supuestamente le jaló la alfombra. Si Moroni sentenció que el Sodalicio declara a su fundador culpable de las acusaciones y persona no grata, el siguiente acto, el inmediato, debió ser cerrar las puertas de esa comunidad, cortar sus fondos, mudar a los demás miembros que viven con Figari a otro lugar y dejar a Luis Fernando con sus maletas patitas en la calle. Si Figari sigue comiendo, durmiendo y usando el teléfono para coordinar con su abogado satánico en ese lugar es porque el Sodalicio sigue dándole los fondos necesarios en lugar de cerrarle el caño ipso facto. ¿De qué separación estamos hablando entonces? Ah, ya... Moroni dijo que es una "condena moral". O sea, floro. Y después, en jugada eclesial maestra, le tira la pelota en cruz al Vaticano para que expulse a Figari. Es que, por si no lo sabían, según el estatus legal del SCV ante la Santa Sede, ellos dependen de las decisiones papales para este tipo de movimientos. Ajá. Figari seguirá viviendo en una propiedad del Sodalicio, con plata del Sodalicio y con asistentes del Sodalicio hasta que el Vaticano le diga a Moroni que le diga chau. Si lo dice, claro está. Otro punto (que seguramente dará lugar a un próximo texto en este blog) es que Figari no es el único que debe ser separado. Hay una larga lista de nombres de sodálites abusadores y depredadores que los distintos denunciantes hemos ido revelando a lo largo del tiempo: monseñor José Antonio Eguren (arzobispo de Piura) el padre Jaime Baertl, Oscar Tokumura, Alfredo Draxl, Javier Leturia, el padre Luis Ferroggiaro y otros más que pueden encontrar gugleando. Casi todos ellos están en el Perú, así que no pueden esconderse como Figari. Por ahora.


3. Reforma integral. Dice Moroni que asumen los errores y pecados del pasado. Bueno, pues, esos "errores" o "pecados" son delitos y tienen víctimas. Uno asume los errores cuando toma acciones concretas para corregir (en lo que se pueda) sus consecuencias. Nada de eso se dice en el videocomunicado. O sea, pecado de omisión. Suave. Dice también que están dispuestos a aceptar la penitencia que les permita obtener el perdón de Dios, su familia y etcéteras. La penitencia, como bien saben ellos, no solo consiste en rezar. Hay que actuar. Y la acción que esperamos los sobrevivientes del Sodalicio es una reparación personalizada. No queremos que nos envíen a una casilla postal un sobre con mil soles o un millón de dólares a cada uno y que nos hagan firmar un recibo. Queremos que nos llamen. Queremos que nos miren a los ojos. Queremos que nos pidan perdón frente a la comunidad. Todo el Consejo, no un representante. Y que se interesen en cada caso, porque cada sobreviviente necesita algo distinto según la magnitud del daño que le han ocasionado. Si quieren construir un nuevo Sodalitium, deben hacerlo sobre suelo plano y limpio, no sobre los restos pútridos de un cementerio maloliente que esconden debajo del sótano mediático. Solo así podrán escribir una nueva historia, como lo anuncia Moroni al final del video.

Eso es lo que espero como sobreviviente del Sodalicio luego de este anuncio, que, si no se materializa en acciones, terminará siendo una estación más en el Vía Crucis de abusos y una cuenta más en el rosario de mentiras con el que siguen burlándose de quienes merecemos más que estos 4:05 minutos de YouTube:




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